Ha cubierto todo el parque
la ceniza de la tarde.Por el césped moribundo
avanzan
los niños de ámbar.Un panadero rojo tañen
sus manecillas de plata.Se detienen.
Están solos.Una flauta los envuelve:
una lenta, grave danza.Luego,
en un racimo,
los infantes ambarinos
cantan.