miércoles, 23 de febrero de 2011

RUPTURA Y EL PESO DE LA HORA (Christian Formoso, 1971)

Y cuando la hora repentina
de la costumbre
y la desdicha
rompe como ola o muerto
la paz de la tarde,
y separa la vida
en antes y después de esta hora,
como sepulcro o testigo,
como arañando la espalda
o la tierra,
quisiera diluirme
en el suelo,
en la sombra,
en el río de las latitudes
plenas y apartadas
de esta hora que rompe;
y cuando sucede lo súbito;
y las vidas recuerdan
el peso de la hora
como invisible mundo
en el hombro,
en la interminable columna
o vértebra,
de los días postreros y anteriores,
algo se duerme
y algo se tumba,
y las vidas recuerdan
el peso de esta hora
como si hablaran,
como el graznido
o la muerte
de un condenado,
como sentencia.
Nada hay que borre
el temblor de esta hora,
ni el tiempo en su laguna
o arena,
ni agujas,
ni rezos.
Hay desazones y heridas
borbotando,
hay frases marinas,
y temporales.
Cada quien tras la hora
tiene su razón.
Y cuando la hora repentina,
irrumpe
hay desazones y heridas,
como sentencias, como religión, imborrable,
como fe,
diluyendo las luces
para enviarnos
el recuerdo imborrable
de esta hora.

martes, 8 de febrero de 2011

A UNA NUBE (Pedro Antonio González, 1863-1903)

Blanca nube pegegrina,
¿Dónde el austro te encamina?
Hallas muy dulceal rayo de luna
flotar en el cristal de la laguna?
¿Acaso de otros astros, de otros soles,
anhelas los celajes y arreboles?
¿Que del globo en que moras, blanca nube,
el tedio agotador hasta ti sube?
El soplo de la sangre que él derrama
tus alas de vapor salpica, inflama?
Las notas que se ciernen sobre el suelo
temes que tornen tu vapor en hielo?...
Blanca nube peregrina,
¿Dónde el austro te encamina?

Las corrientes azules llorando, llorando se alejan
por no poder olvidar la colina verde.