miércoles, 4 de febrero de 2009

CASA MÍA (Carlos Amador Marchant, 1955)

Hay olor a pan en esta casa
Hay olor a pan y a madera
Y cada vez que abro mi olfato
un olor a sudor golpetea las paredes.
Y no hay nada que esconda este sitio pequeño.
No hay nada más que ventanas entreabiertas.
Y gritos de niños que vienen
y se acercan desde la calle.
Y polvo que acecha como un lobo,
y cae, a veces, como lluvia.
Quiero decir que es una casa pobre.
Pobre como un papel abandonado. De esos
que se observan amarillos
en los rincones más oscuros de alguna parte.
Y estoy aquí, dormido sobre ella. Y la poseo
grotesco
de día y de noche.
Y la vuelvo a hacer mía. Y la acaloro indefinible.
Y luego salgo y huyo
y dejo mi alma escondida en los rincones,
en algún sitio de estas paredes,
de estos sillones,
de estos silencios.

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