El agua vierte, vierte, vierte.
Sangre de un generoso corazón,
fecundará simientes.
No hay viento, no hay sequía que la ciegue.
No hay soles que la turben.
El agua vierte, vierte, vierte.
No la alimenta ni lluvia ni fuente.
Hilos de plata, güedejas de oro.
El agua vierte, vierte, vierte.
Y por las faldas ásperas desciende
cantarina, fugaz y milagrosa
a hacerse trébol, miel y fruta agreste.
Y levanta una casa, y funda un verde
huerto de paz.
En lo alto, en la roca,
el agua vierte, vierte, vierte.
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