Hay un espeso amor de tréboles rosados,
un delicioso impulso de oscuras músicas terrestres.
Gozo puro, coral de nidos y de arcángeles,
arboledas que trinan como arpas encantadas.
Hora de misteriosos regocijos y olorosos contactos.
Gran festival de músicas y guirnaldas radiantes.
Es la hora de los capullos y las gemas henchidas.
Pájaros de maravilla cuelgan cítaras de oro
en las altas copas verdinegras.
¡Dios se mira en los ojos puros del aire amaneciente!
Oíd la grácil zapatilla del agua entre el boscaje
va de princesa oculta, suspira apenas,
se desliza entre finos canastillos de pétalos
y entra en ondas castísimas al corazón terrestre.
Oh festival de cánticos y gozosas estrellas.
Ternura de nidales tibios, fragante amor de tréboles
y ardientes madreselvas.
Las manos del buen Dios tienden un palio blanco
sobre los cuatro puntos cardinales del tiempo!
miércoles, 11 de febrero de 2009
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Grande mi tía Olga
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