Guardo, para alivio de mis penas hondas
en lo más oculto de mi pecho huraño,
una cabellera que se riza en ondas
y unos ojos bellos de color castaño.
Si la reina mía, caprichosa a veces,
me esconde sus gracias -¿desdén, egoísmo?-
por templar el hielo de sus esquiveces,
algo de ella busco dentro de mí mismo.
Y hallo, confundido con mis penas hondas
huéspedes eternos de mi pecho huraño,
una cabellera que se riza en ondas
y unos ojos bellos de color castaño.
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Muy cierto lo que dice el poema.
ResponderEliminar¿Quién no guarda huéspedes a gusto y disgusto?
Siento un gran placer en leer está página, encuentro muy bellos poemas y de un gran sentido emocional.
Nuevamente, gracias, José.
Hola:
ResponderEliminarMe parece una preciosa construcción lírica en la que saca brillo a las palabras en el mismo sentid en que las dice, tanto wen la primera, como en la tercera estrofa.
En cuanto al motivo lírico, es un asimilar en la intimidad del sentimiento, una imagen sensorial de la amada. Realmente, es un poema muy hermoso.
Saludos